La teoría de Ferdinand Tönnies

Estructuras orgánicas, estructuras mecánicas

El estudio teórico y científico de la naturaleza de las comunidades no se inició hasta los siglos XIX y XX, y en términos de la distinción entre comunidad y asociación (o sociedad), las obras de referencia son, sin duda, las del alemán Ferdinand Tönnies. No es fácil interpretar a Tönnies, pero en general podemos decir que, como muchos otros sociólogos, creía que las voluntades humanas mantenían múltiples relaciones, y que estas relaciones tendían o preservaban (relaciones positivas) o destruían (relaciones negativas) otras voluntades. La guerra o el crimen serían los paradigmas del tipo negativo de relaciones, pero Tönnies estaba interesado en el tipo positivo, que básicamente estaría representado por los estímulos, beneficios y servicios que intercambian los hombres. Diferenció entre las relaciones de la vida orgánica y real (comunidad), o estructuras imaginarias y mecánicas (sociedad o asociación), y creía que con algunas observaciones introductorias podría explicar el contraste entre estos dos tipos de relaciones[1].

La comunidad como tipo social anterior al individuo

Descrito a nivel general, el término “comunidad” de Tönnies designaría la coexistencia íntima y privada, mientras que los términos “asociación” o “sociedad” denotarían la vida pública[2]. Dentro de la comunidad, los individuos dependerían unos de otros, mientras que en la sociedad se relacionarían como seres independientes; la comunidad sería un todo anterior al individuo, mientras que el individuo sería anterior a la sociedad. La vida comunitaria -según alemán- se sustentaría sobre en la cohesión derivada del nacimiento y porque las voluntades, la medida que se relacionan desde un cuerpo físico definido, se encuentran y se vinculan entre sí, ya sea por herencia o sexo, ya sea por necesidad. Las formas más originales y más intensas de vida comunitaria estarían representadas por el vínculo entre madre e hijo, entre marido y mujer y entre hermanos, pero la comunidad, como tal comunidad que se establece a partir de lazos naturales también incluye a personas que comparten un territorio y recursos[3], aunque este tipo de comunidad, mucho más extensa, sería diferente a la comunidad estrictamente familiar. Siguiendo el criterio de clasificar las relaciones comunitarias desde un origen natural, Tönnies vendría a definir las comunidades de sangre, parentesco y lugar o barrio. No está claro qué significa aquí el término “natural”, ya que parece ir mucho más allá de los vínculos biológicos puros o más allá incluso de los fundados en una lucha común por la supervivencia. De hecho, afirmó que también puede haber una comunidad de amistad, pensamiento, religión y espíritu, lenguaje, costumbres, creencias, etc. e incluso habló de la comunidad humana. La comunidad de sangre o parentesco se manifiesta a través de la vida en común y en la convivencia de los seres humanos; la comunidad del lugar se manifiesta con la propiedad colectiva de la tierra. El vecindario se corresponde con la vida rural y en la aldea, y se basa en una proximidad que requiere ya cooperación en el orden administrativo, hecho que propicia el conocimiento íntimo de las personas.

La comunidad espiritual

El término “comunidad espiritual” designaría una acción coordinada hacia un objetivo común. Esta sería, según Tönnies, la forma verdaderamente humana y suprema de comunidad, y estaría representada tanto por los espacios sagrados colectivos, como con los dioses a los cuales se rinde culto[4]. Una deidad que se adora, creada desde una mentalidad común, también puede convertirse en un nexo de unión duradera, y aquellos que se hermanan con una creencia, se unen espiritualmente y establecen un sistema de solidaridad basado en una tarea común[5]. La proximidad de hogares o campos comunes requiere múltiples contactos que faciliten el conocimiento íntimo. Esto también exige cooperación en el trabajo, en orden y en la administración, y conduce a la petición comunitaria de gracia y misericordia a los dioses y espíritus de la tierra y el agua. [6] La comunidad urbana también puede describirse como barrio. La amistad es independiente del parentesco y la vecindad y está condicionada por un trabajo similar y una actitud inteligente.   y se puede derivar de ambos.

El todo y las partes

El alemán, probablemente influenciado por los viejos criterios positivistas, utilizó analogías naturales y explicó que hay totalidades orgánicas que tienen movimiento y actividad en relación con cada una de sus partes y consideraba que las comunidades no consisten simplemente en una yuxtaposición, sino en una totalidad dentro de la cual cada parte depende de las demás. Las partes también de esta a totalidad, ya que, sin ella, no tendrían sentido ni significado. Pero Tönnies quería evitar analogías orgánicas y su pretensión era plantear una interpretación puramente sociológica[7]. Así, aunque alzó su teoría desde estas analogías preliminares, también especificó que se basaba en una supuesta unidad (perfecta) de las voluntades humanas[8]. De esta manera, se debería definir la “comunidad” como la estructura social humana en la que todas las personas que la componen comparten la misma voluntad. Pero esto nos obliga a entender en qué consiste la idea de “unidad de voluntades humanas”, y qué diferencia tiene esto en relación con la asociación, ya que en una corporación empresarial se supone que todos deben compartir la misma voluntad, como, por ejemplo, la de aumentar el beneficio de la empresa, aunque en este caso se haga únicamente pensando en el salario que se va a cobrar a final de mes. Para entender todo esto, nos podríamos ayudar del concepto de “mitsein” heideggeriano, del cual ya hablé en Nación, nacionalismo y relato histórico.

La asociación

La asociación — según Tönnies — sería la estructura social opuesta a la comunidad, ya que se trata de una colectividad artificial que, aunque pueda parecerse en algunos aspectos a la comunidad en tanto que puede entenderse como es una forma de convivencia pacífica, en el fondo difiere notablemente de ella. Mientras que dentro de la comunidad los hombres se unen a pesar de las fuerzas que los separan, en la asociación se mantienen separados a pesar de las fuerzas que los unen. Todos los individuos viven separados y aislados y continúan en tensión entre ellos. Nadie quiere dar nada si no es a regañadientes, o si no es a cambio de una compensación o un trabajo equivalente y todo el mundo está dominado por una voluntad similar. Todo lo que se disfruta se disfruta por separado. La asociación, estructurada por convención y por derecho natural, debe entenderse como multitud de individuos naturales y artificiales, la voluntad de los cuales seguirá siendo independiente, cosa que la hace distinta a las relaciones familiares[9]. Este hecho es el factor que nos da la descripción de “sociedad civil” o “asociación general de intercambio”. Por lo tanto, deben excluirse el concepto de “asociación”, las relaciones naturales y originales de los seres humanos. Dentro de él, todos luchan por con la idea de obtener un beneficio para sí mismos y afirma los actos del otro sólo cuando creen que pueden servir a sus intereses, razón por la cual la asociación puede ser considerad como una especie de estado de guerra[10]. Mientras que en la comunidad podemos entender que otros son fines en sí mismos y que lo que realmente cuenta es la totalidad, la asociación aparece con la culminación del desarrollo de la vida comunitaria y se fundamenta, en cierto sentido, en la transición de la vida doméstica a la economía comercial generalizada, es decir. Así, podemos decir que la comunidad estaría más vinculada al predominio de la agricultura y que la asociación se basaría en el predominio de la industria[11]. Otro factor que caracterizaría a la asociación -según Tönnies- es que dentro de ella debe haber una clara separación entre la vida íntima y la vida asociativa. En la vida asociativa, la intrusión en la esfera privada puede convertirse en un signo de hostilidad. Esta separación entre las esferas privada y social es ajena a la comunidad, en la que las personas mantienen contactos íntimos, cercanos y personales. Esto se debe a que, en la asociación nadie hace nada por el otro si no es por un intercambio de valor, al menos, equivalente al servicio que presta[12]. El acuerdo de la voluntad en los diferentes procesos de intercambio que se producen dentro de la asociación lo llamamos «contrato», que dura durante la transacción. [13]

El consenso y el acuerdo

Uno de los elementos teóricos que puede ayudarnos a entender los criterios de separación entre la comunidad y la asociación (siempre hablando desde el punto de vista de Tönnies) es la distinción que se produce entre el consenso y el acuerdo. El consenso definiría las relaciones comunitarias, las asociaciones de acuerdos. El consenso sería precisamente lo que entendíamos por “unidad de voluntad”. Tönnies nos explica que el sentimiento recíproco y obligatorio, como voluntad peculiar de una comunidad, debe llamarse “consenso”. Según él, representa la fuerza y la propensión social que mantiene a los seres humanos unidos como componentes de una totalidad. El consenso se basa en el conocimiento íntimo, ya que está condicionado por el interés directo de las personas en la vida de los demás, un interés que acepta participar en males y alegrías. Por esta razón, será mucho más fuerte y probable cuanto mayor sea la similitud de las experiencias o cuanto más parecida y armoniosa sea la disposición natural, el carácter y la actitud intelectual. El instrumento real de consenso es el lenguaje, ya que puede manifestar dolor, placer, miedo, deseo u otros sentimientos. El lenguaje no ha sido acordado ni inventado, pero es la comprensión viva en sí misma, tanto en el contenido como en la forma. Según Tönnies, el consenso es la manifestación más simple de la naturaleza interna y de la realidad de toda forma de vida genuina, de toda forma de vivir y trabajar en conjunto. El consenso tácito con respecto a los deberes y derechos puede compararse con el acuerdo o contrato, pero difiere de ellos notablemente. El acuerdo y el contrato son vínculos que se planean y se deciden, cosa que exige el intercambio de promesas y la comprensión y aceptación mutuas. Se puede considerar que ha habido acuerdo si el resultado coincide con la existencia previa del acuerdo, incluso si este acuerdo ha sido tácito. El consenso, sin embargo, y no puede ser de otra manera, siempre será tácito, y el factor más importante para que esto sea así es que el contenido de la comprensión mutua es infinito e inalcanzable.

La armonía

El hecho es que la verdadera armonía no puede reproducirse artificialmente y que el consenso y la armonía están condicionados e influenciados por la universalidad que contienen. De la misma manera que el lenguaje común acerca las mentes y los corazones humanos, podemos encontrar un estado mental compartido que, en sus formas más altas (costumbres, creencias), vincule a los individuos de un mismo pueblo[14]. Bauman, tratando de explicar la idea de Tönnies, declaró que la comprensión dentro de la comunidad trasciende el lenguaje, es inexpresable, y, debido a su naturalidad, no puede sobrevivir al momento en que se vuelve autoconsciente. La comunidad sólo puede estar inconsciente o estar muerta. [15] El consenso, de esta manera, podría ser anterior a cualquier acto consciente y racional.

Las dificultades de la distinción

Aunque desde estas premisas nos pueda parecer sencillo entender la diferencia entre la comunidad y la asociación, no lo es. Por ejemplo, con respecto a la idea de “comunidad”, es muy difícil encapsular en un único concepto realidades sociales tan distintas como la familia y la nación, cosa que significa que en ciertos momentos se pierden los límites del mismo. Parece que la única manera de clasificarlos en la misma categoría general, contando con el hecho de que la nación no es una entidad tan natural como puede parecer, es considerar que tanto la nación como la familia están vinculadas por lazos afectivos y espirituales. También se puede hacer si consideramos que tanto la nación como la familia son anteriores a las partes (aunque muchos teóricos nieguen que la nación sea anterior a los individuos), y aquello que da sentido y forma a la personalidad y al individuo. La teoría de Tönnies, ya a primera vista, puede encontrarse con algunas objeciones, como el hecho de que un trabajador puede establecer vínculos emocionales y de lealtad con la empresa en la que trabaja, o que en ciertas empresas o asociaciones se considera que el conjunto también puede ser anterior al individuo, ya que los objetivos finales de muchas corporaciones son a menudo diferentes de los intereses de sus asociados y aparece como una realidad diferenciada promotores y fundadores y termina imponiendo sus propias condiciones a todos ellos. Este es uno de los factores investigados por los estudiosos de las corporaciones y los valores corporativos, por lo que, en ciertos aspectos, no es tan fácil establecer unos límites claramente definidos entre las comunidades y las sociedades. La distinción también se encuentra con problemas para clasificar entidades claramente asociativas como las ONG, en las que, en teoría, no prevalece el interés particular, ni hay un conflicto entre los asociados por causa de sus intereses. Ciertas instituciones, como museos, escuelas, etc., tampoco se acabarían de acomodar a la distinción, pero de ello discutiremos esto más adelante.

El debate sobre la comunidad

Tönnies, sin embargo, i como ya he avanzado anteriormente, no fue el único o el primer filósofo o pensador que hubiera reflexionado sobre la idea de “comunidad”. Aristóteles y Platón, por ejemplo, ya manipularon ideas que, de alguna manera, anticipaban el concepto de “comunidad”. También se ha pensado en la cuestión con posterioridad a Tönnies. Lo que no se puede negar, sin embargo, es que a partir de la obra de Tönnies se inició un debate que aún no ha concluido y probablemente nunca concluirá. Pero su idea de “comunidad” ha condicionado a muchos otros autores. El más significativo sería Durkheim, que habló de solidaridad mecánica, refiriéndose a una forma de relaciones muy similares a las que caracterizan a la comunidad de Tónnies, y la solidaridad orgánica, refiriéndose a las que podrían equipararse a las relaciones que se dan en la asociación. Weber, por su parte, habló de la sociedad tradicional, y la identificó con la comunidad. Cada autor ha aportado un matiz diferente a la idea o ha rectificado las teorías de sus predecesores. Georges Gurvitch, por ejemplo, consideró que una comunidad se caracteriza por una fusión parcial de pensamientos, sentimientos y comportamientos, formando la idea de “nosotros” y una estructura abierta a la intuición de ideas. También cree que debe ser una entidad social estable y no que no se pueda sostener, simplemente, en una solidaridad accidental y limitada en el tiempo.

Del mismo modo, Max Weber asumió que los miembros de una comunidad participaban en la idea de ser parte de un todo, mientras que Vierkeland la definió como una coincidencia de intereses. El estadounidense McLaver la consideró como un área común de vida que consiste en compartir tradiciones, formas de hablar, comportamientos, etc. También observó que podría ser parte de otra comunidad mucho más grande. Por lo tanto, un vecindario sería una comunidad al tiempo que forma parte de una ciudad, que también es otra comunidad, y una ciudad es parte de una nación, etc. Pero sólo la vida en común convertiría a la comunidad en lo que es. Cayetano Betancour creía que la comunidad es un grupo auténtico que se da cuando hay voluntad de serlo, y un predominio de la espontaneidad sobre el concepto de obligación. También lo asoció con cierta inconsciencia en los medios de comunicación para lograr los objetivos. Lo que importaría, en realidad, sería conseguirlos. Una comunidad, en definitiva, nacería sin reglas, sin ley y sin reglas que constituir, ya que sería anterior a todo esto (Recasens[16]). A veces los teóricos han utilizado la idea  de “comunidad” para describir la conformación de diferentes colectivos humanas premodernos; otras veces han resaltado los contrastes del paisaje histórico de las estructuras sociales tradicionales hacia la modernidad; otros se han referido a una forma de relacionarse entre comunidades; otros, a un ideal de sociabilidad situado en el futuro y, por último, a una especie de esencia de sociabilidad que más allá de los cambios a los que puede ser sometida, sigue siendo una necesidad vinculada a la constitución del ser humano[17].  A toda la lista de académicos que han debatido sobre la comunidad y la sociedad, podríamos añadir Sasin, o autores como Talcott Parsons, Jürgen Habermas, Niklas Luhmann, Nisbet, etc., que también estudiaremos.

[1]Tönnies, FerdinadComunidad y asociación. Barcelona. Península. 1997. p. 27.

[2]Tönnies, FerdinadComunidad y asociación. Barcelona. Península. 1997. pp. 27-31.

[3]Tönnies, FerdinadComunidad y asociación. Barcelona. Península. 1997. pp. 33-35.

[4]Tönnies, FerdinadComunidad y asociación. Barcelona. Península. 1997. pp. 39.

[5]Tönnies, FerdinadComunidad y asociación. Barcelona. Península. 1997. pp. 40-41

[6]Tönnies, FerdinadComunidad y asociación. Barcelona. Península. 1997. pp. 40.

[7]Tönnies, FerdinadComunidad y asociación. Barcelona. Península. 1997. pp. 30-31

[8]Tönnies, FerdinadComunidad y asociación. Barcelona. Península. 1997. p. 33

[9]Tönnies, FerdinadComunidad y asociación. Barcelona. Península. 1997. pp. 67, 80

[10]Tönnies, FerdinadComunidad y asociación. Barcelona. Península. 1997. p. 82

[11]Tönnies, FerdinadComunidad y asociación. Barcelona. Península. 1997. p. 83

[12]Tönnies, FerdinadComunidad y asociación. Barcelona. Península. 1997. p. 67

[13]Tönnies, FerdinadComunidad y asociación. Barcelona. Península. 1997. p. 75

[14]Tönnies, FerdinadComunidad y asociación. Barcelona. Península. 1997. pp. 45-49

[15]Bauman, ZygmuntComunidad. En busca de seguridad en un mundo hostil. Madrid. Siglo XXI. 2003. pp. 17, 18

[16]Recasens Siches, LuísTratado general de sociología. México. Porrúa. 1991. pp. 428-430

[17]Cfr. Sasin, Mariano GLos límites de la comunidad: Repercusión comunitaria y sociología. Apuntes para una integración teórica. Universidad Nacional de la Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. VI. Jornadas de sociología. 2012

Eduard Serra. Basado el el libro Comunidad y sociedad

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