El liberalismo 2: Lo que el liberalismo no es. (3)

Ésta es la tercera entrada del segundo capítulo dedicado al liberalismo. En el link podréis leer la entrada anterior

https://el-paradigma-civilitzador.es/2020/05/19/720/

Quinto

La democracia es el único mecanismo político que, sin recurrir a la violencia, permite acomodar el régimen existente a lo que la mayoría desea. Quienes, en un estado democrático, ocupan el poder, en cuanto van en contra de las pretensiones de la mayoría, no tienen más remedio que abandonar el gobierno, dando paso a otros más conocedores de la voluntad del pueblo1.

Los liberales ni divinizan a la mayoría ni la consideran infalible; no suponen que constituya, de por sí, prueba de la bondad de una política, en orden al bien común, el que los más la apoyen. Los liberales jamás recomendaron la dictadura mayoritaria ni la opresión violenta de la minoría disidente2.

El liberalismo es antidemocrático.

Depende. Si entendemos la democracia como el sistema que impone la voluntad de la mayoría sobre determinadas minorías así es efectivamente. Un estado democrático (entendido éste en la forma restrictiva de hacer lo que la mayoría quiere) no garantiza ni las libertades ni los derechos individuales para todos por igual, y puede atropellarlos. De cualquier manera, hay problemas que no tienen solución y es mejor a llegar a acuerdos y consensos más allá de cualquier sistema de imposición mayoritaria. Así, el liberalismo prefiere la democracia en las comunidades de base, como los municipios, para acordar la resolución de los problemas comunes, pero este ideal no tiene un consenso entre los pensadores liberales, y esta idea sería más bien de carácter anarcocapitalista. En todo caso, según cuenta Juan Ramón Rallo, existen visiones muy amplias e integradoras de democracia y otras muy restrictivas. Las más restrictivas suelen serlo tanto que dejan de ser democráticas en tanto no reconocen como legítimas aquellas ideas que no tienen un modelo idéntico a las que ellas mismas predican y la asocian, por ejemplo y además, a una redistribución forzada de la riqueza. Pero si adaptamos un visión más amplia del concepto de “democracia”, el liberalismo podría ser tan democrático como cualquier otro sistema que se defina como tal, porquè, como se ha dicho, no existe una única versión de liberalismo.

Sexto

El hombre actúa siempre para acrecentar la personal satisfacción. En este sentido (y en ningún otro) cabe emplear el término egoísmo y decir que la acción siempre, por fuerza, es egoísta […] La economía jamás pretende emitir juicios de valor. La ciencia aspira tan sólo a averiguar los efectos que determinados modos de actuar, forzosamente, han de provocar3.

A su vez, el individualismo político tampoco equivale al egoísmo ético, pues evaluar un orden político según sus repercusiones sobre el individuo no es lo mismo que exhortar a que cada individuo actúe únicamente movido por sus preferencias solipsistas: de hecho, semejante máxima bien podría engendrar un orden político que fuera indeseable para esos mismo individuos4.

El liberalismo fomenta y predica el egoísmo.

Falso. El liberalismo constata un hecho: que el hombre es egoísta y tiende a luchar por su propia supervivencia. El liberalismo no es utopista y no pretende cambiar la naturaleza humana, sino que parte de ella. Tampoco pretende alcanzar la sociedad perfecta e ideal. Ésta, como fin político, es absurdo. En lugar de forzar la realidad y estrellarse continuamente contra ella, como hacen el socialismo y las teorías utópicas, cuenta con ella para crear un sistema social estable y construir el futuro y la vida en comunidad. El egoísmo y el realismo será aquello, precisamente, que nos hará cooperar, ya que nos es mucho más fácil sobrevivir y prosperar si hacemos una división del trabajo eficaz y si nos protegemos mutuamente. El propio egoísmo será aquello que nos ayude a estabilizar la sociedad. Al final, el liberalismo no es reduccionista, y también sabe que la naturaleza humana no se limita únicamente al egoísmo, y cree que en ella también hay lugar a la solidaridad, la empatía y muchas más cualidades, tanto buenas como malas.

Séptimo

El liberalismo […] no promete al hombre felicidad y contento, simplemente la satisfacción de aquellos deseos que, a través del mundo externo, cabe atender5.

El liberalismo es eudemonista.

Falso. Perseguir la felicidad pública o privada no está en las metas del liberalismo. Pensar esto es confundirlo con el utilitarismo y quizá con los viejos ideales liberales influenciados por esa corriente de pensamiento. Pero el liberalismo moderno (generalmente, incluso el neoliberalismo y el liberalismo de Rawls) sólo promueve la libertad, y ese es su valor supremo. En relación con la felicidad, considera, en buena medida, que cada uno es libre de buscar la felicidad a su manera o simplemente no preocuparse en absoluto por ella o, también, martirizarse o amargarse mientras no perjudique a nadie, aunque, por supuesto, no lo recomiende. De la misma manera, prohibirá la felicidad si ésta se consigue a costa de perjudicar a terceras personas. Es por ello que está en contra de ideologías totalitarias que, para conseguir la felicidad general (o el supuesto bien público), considera necesario sacrificar a una parte de la población, a un grupo o a los adversarios políticos y culturales.

1Ludwig von Mises. Liberalismo. Barcelona, Planeta de Agostini, 1994. PP. 62,63

2Ludwig von Mises. La acción humana. Madrid, Unión Editorial, 198. P. 243

3Ludwig von Mises. La acción humana. Madrid, Unión Editorial, 198. P. 376

4Juan Ramón Rallo. Liberalismo. Los 10 principios del orden político liberal. Deusto. Principio 1. Los individuos son sujeto de derecho.

5Ludwig von Mises. Liberalismo. Barcelona, Planeta de Agostini, 1994. P. 18

Para leer la siguiente entrada sobre el tema siga el link:

https://el-paradigma-civilitzador.es/2020/05/21/liberalismo-la-teoria-real-la-distorsion-capitulo-2-lo-liberalismo-no-4/

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