La crítica al liberalismo 1: el comunitarismo, ideas previas

El comunitarismo. Introducción

He cometido el error de publicar un artículo sobre Alasdair MacIntyre sin haber introducido antes el tema del comunitarismo. Aquí he de subsanar este problema y trataré de explicar en un texto corto y de fácil lectura qué es esto el comunitarismo, de manera que podremos ubicar de una forma más o menos laxa a todos los pensadores de esta “corriente” en la geografía del pensamiento de la filosofía política y social.

Comunitarismo contra liberalismo

El comunitarismo se ha distinguido por oponerse a muchos de los postulados del liberalismo, criticando, fundamentalmente, aquellos elementos de las ideologías liberales que menosprecian la comunidad en favor de la libertad individual y el individuo[1]. A través del debate que ha mantenido con el liberalismo, el comunitarismo ha dado un impulso significativo a la comprensión de los fenómenos culturales y espirituales que configuran las comunidades. La filosofía, por añadidura, ha sido la gran beneficiaria del debate entre liberales y comunitaristas, ya que, después de la Escuela de Frankfurt, ha recobrado el lugar destacado que le corresponde dentro del pensamiento contemporáneo, entendiendo que ésta había sido marginada por la sociología moderna y los estudios supuestamente más avanzados de política social. De hecho, desde la aparición de los comunitaristas, no sólo no se puede pasar por alto el material filosófico y teórico que han aportado a la comprensión de las comunidades, sino que, además, muchos de los elementos que configuran los fenómenos que caracterizan la vida de la comunidad permanecerían en la oscuridad, ya que sólo podían entenderse desde una perspectiva filosófica. Más allá de ello, tampoco se puede olvidar que han ayudado a entender la dimensión comunitaria de las naciones.

Los comunitaristas no se sienten “comunitaristas”

El prólogo El individuo contra la Comunidad[2] nos advierte, sin embargo, que quienes se consideran los principales autores del comunitarismo no se aplican ellos mismo el apelativo de «comunitaristas» de la misma manera que los liberales aplican la palabra «liberal». Esta advertencia debe ser tenida en cuenta para entender que estamos tratando con pensadores que no defienden posturas homogéneas o que parten de principios monolíticos. Pero, aunque los comunitaristas no formen un círculo de pensamiento acabado, cerrado o unificado, se puede decir que comparten una crítica muy similar a ciertos aspectos del liberalismo. Esto no significa que los comunitaristas sean necesariamente antiliberales, ya que si lo buscáramos, excepto por un punto clave al que nos referiremos, probablemente, no podríamos encontrar una frontera de separación clara y definida entre el comunitarismo y el liberalismo y, de hecho, aunque entre los liberales y los comunitaristas extremos hay diferencias notables, también encontramos muchos matices y grises en los que podríamos encajar a muchos de los teóricos de esos movimientos intelectuales supuestamente opuestos. Así, en línea con esta gradación, podríamos distinguir a dos familias de comunitaristas. En primer lugar, estarían los comunitaristas orgánicos y, en segundo lugar, los comunitaristas estructurales.[3] MacIntyre y Sandel serían representantes del primer grupo, ya que abogan por un fuerte sentido de la comunidad. Este fuerte sentido de comunidad implica que detrás de cada comunidad debe haber una idea de «bien» común que debe basarse en un apego histórico y cultural. El segundo grupo, más cercano a los liberales, estaría representado por Walzer y Taylor.

La línea divisoria entre comunitarismo y liberalismo

En cualquier caso, si tuviéramos que poner una línea divisoria entre el comunitarismo y el liberalismo, deberíamos situarla entre aquellos que piensan que la sociedad y la comunidad son lo que dan sentido al individuo y aquellos que, por el contrario, consideran que el individuo es el elemento que da sentido y fundamento a la sociedad, y este es el punto clave que debemos tener en cuenta en todo momento porque es desde aquí donde se derivan todos los demás problemas que se deben tratar para entender tanto al liberalismo como al comunitarismo. Más allá de la posición que ocupa el individuo en la sociedad y en la comunidad y con respecto a la defensa de otros principios y la forma y perspectiva tomadas en el estudio sobre las relaciones sociales, creo que sería mucho más preciso argumentar que la diferencia entre liberales y comunitaristas es, en muchos casos, más que de grado que de oposición directa. Una muestra de este hecho es que algunos liberales, por ejemplo, Rawls, no se olvidan los vínculos entre los individuos y la sociedad, ni de las responsabilidades vinculadas a estos vínculos, ya que no acepta que una sociedad en la que cada uno abogue sólo por sus intereses pueda considerarse realmente justa. Estima, además, que los seres humanos tienen objetivos y fines compartidos y valoran positivamente las instituciones y actividades que comparten. También postula que los seres humanos nos necesitamos mutuamente como seres que participamos en algunas formas de vida comprometidas con la continuación de nuestros objetivos, que los logros y la satisfacción de los demás son igualmente necesarios para el bien particular, y que los talentos de las personas son, en cierto sentido, una propiedad común[4]. Del mismo modo, considera que la libertad debe estar limitada por el interés común en el orden público y la seguridad, sin embargo, esta limitación no derivaría de ningún principio moral o filosófico, sino que sería el resultado de un criterio establecido por la posición original, y estaría condicionada por deber del estado de intervenir si al no hacerlo se perjudica el orden público[5]. Rawls tampoco se olvida de la colaboración entre generaciones, ya que, como seres históricos, cree que los logros de las personas que viven en un momento determinado han requerido la contribución de lo que se ha hecho en tiempos pasados.[6] Otro ejemplo del hecho de que no hay una frontera clara entre el liberalismo y el comunitarismo es que el liberal Joseph Raz defendió un criterio perfeccionista[7]. Por su parte, los comunitaristas, como Taylor, no se olvidan de las libertades individuales.

Puntos esenciales del comunitarismo

A pesar de todas estas consideraciones y de las innumerables diferencias y matices que se pueden encontrar entre los teóricos, se puede sintetizar y esbozar algunos patrones elementales que nos permiten distinguir a los pensadores comunitaristas de los que no lo son. Así, se podría decir que los rasgos que caracterizan a los comunitaristas pueden, perfectamente, ser estos:

  • Creen que la libertad individual no tiene sentido si no se encuentra en un entorno comunitario y que el liberalismo ha dado una importancia excesiva a la libertad individual, argumentando que la comunidad es el elemento que da al individuo un sistema de identidad y un marco de valores. Esto no significa que los comunitaristas no den importancia a la libertad individual, sino que la ven de una manera diferente: piensan que el individuo es una parte fundamental de un todo mucho mayor, y que la sociedad le debe limitar la autonomía en beneficio de la comunidad[8].
  • Postulan que la sociedad política es algo mucho más grande que una mera asociación de individuos con intereses particulares.
  • Denuncian la atomización social, la debilidad de la vida pública y de los valores comunitarios, así como el olvido de las raíces culturales de los individuos.
  • Estiman que la comunidad es algo más que un conjunto de individuos ubicados en un entorno local o geográfico en particular, o que comparten ciertos recursos materiales. Consideran que la comunidad o la sociedad no pueden entenderse sin patrones culturales claros y sin una concepción común del bien o de los valores compartidos.
  • No aceptan que la justicia o la moral se puedan basar en principios abstractos o transculturales. Contrariamente a esto, argumentan que deben añzarse sobre los patrones culturales de cada comunidad[9]. Creen que no se puede priorizar la justicia sobre las concepciones «bien» (criterios morales, objetivos sociales, valores, etc.) y en muchos casos se convierten en defensores del perfeccionismo.

Un fenómeno complejo

He definido con pocas líneas lo que puede considerarse como pensamiento comunitarista, pero no podemos dejarnos engañar por la simplicidad de estas cuatro líneas y pensar que la exploración de este nuevo territorio intelectual es un camino fácil y sin dificultades. La realidad es muy diferente. Es, más bien, lo contrario, ya que la exploración del pensamiento comunitarista y liberal se enfrenta a dos inmensos problemas. En primer lugar, el de entender conceptos extremadamente difíciles y, en segundo lugar, el de traducirlos a un lenguaje sencillo y accesible a cualquier persona que pueda mostrar interés en temas filosóficos de raíz contemporánea, aunque no tengan formación filosófica o sociológica. Espero que en todos los artículos que vaya publicando todos estos problemas se irán resolviendo.

[1] Aunque ya he dicho en otros artículos que el liberalismo cree que su visión fortalece a la comunidad, y que es el intervencionismo estatal quien realmente la debilita, ya que la gente delega la solidaridad en él, despreocupándose de sus funciones comunitarias tradicionales

[2]Mulhall, Stephen. Swift, Adam. El individuo frente a la comunidad. El debate entre liberales i comunitaristas. Madrid. Temas de hoy.  1996. p. 18

[3]Cfr. García Rubio, Mónica.  Una introducción al comunitarismo desde la perspectiva del derecho político. Universidad de Valladolid. 2007. Aposta. Revista de ciencias sociales. nº 34, Julio, Agosto y Septiembre 2007.  ISSN. 1696-7348

[4]Rawls, John. Teoría de la justicia. Madrid. Fondo de Cultura Económica. 1995. pp. 567, 631 / Mulhall, Stephen. Swift, Adam. El individuo frente a la comunidad. El debate entre liberales i comunitaristas. Madrid. Temas de hoy.  1996. p. 21

[5]Rawls, John. Teoría de la justicia. Madrid. Fondo de Cultura Económica. 1995. pp. 246, 247

[6]Rawls, John. Teoría de la justicia. Madrid. Fondo de Cultura Económica. 1995. pp. 579, 580

[7]Cfr. Villavicencio Miranda, Luís.  La neutralidad liberal como antiperfeccionismo. Revista de Derecho Universidad Católica del Norte, Año 19 – N° 2, 2012 pp. 371-391

[8]Cfr. Santiago Juárez. Rodrigo. El concepto de ciudadanía en el comunitarismo.  Revista Mexicana de Derecho Constitucional. Núm. 23. Julio-diciembre de 2010

[9]Cfr. Santiago Juárez. Rodrigo. El concepto de ciudadanía en el comunitarismo.  Revista Mexicana de Derecho Constitucional. Núm. 23. Julio-diciembre de 2010.

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